domingo, 20 de abril de 2014

Domingo

Este es el quinto y último de una serie de publicaciones respecto a la Pascua, los últimos días de Jesus, algunos pensamientos propios y reflexiones sobre la Expiación y la Resurrección de Cristo. Se dan de acuerdo a la cronología de la Semana Santa.


Esclavitud, Resurrección y Libertad.

Hoy me siento un poco como mexicano en septiembre, festejando con pompa y banquetes el 16 (inicio de la lucha por la independencia) pero ignorando por completo el 27, cuando por fin pudimos declararnos libres, pésele a quien le pese y dejando de lado nuestras opiniones sobre la validez de esa "independencia" para otra ocasión. Lo digo sin afán de criticar a nadie, sino solamente como analogía. Y me refiero a que todo el mundo celebra la Navidad como el mayor evento del año, hay comidas, hay regalos, hay fiesta; pero hoy, cuando se conmemora la Resurrección de Cristo, dejamos pasar el día, como dicen, "sin pena ni gloria".

Me desperté pensando que sería un hermoso día de adoración en la iglesia, pero no. Oí mas mención de Satanás, de actividades de los jóvenes y de quejas de los hermanos. Ni siquiera un himno dedicado a la Resurrección, nada. De una asistencia de casi 200 personas a la semana, éramos 73. No puedo quejarme, si nos comparamos con la primera mañana de resurrección sólo podríamos contar a María Magdalena y entonces hoy fuimos una multitud. 

Pero no es eso lo que pensaba escribir hoy, sólo pasó y no quería dejar de mencionarlo. La última analogía y revisión que hago de la Pascua es sobre un tema que me ha dado vueltas en la cabeza ya bastantes días y lo puedo resumir en un par de preguntas: ¿Tuvo un impacto el ministerio y la misión de Jesucristo en los derechos humanos? ¿Podemos verlo como un activista de su tiempo? y mas aún ¿Qué parte tomaría él en los movimientos de libertad que mueven hoy en día al mundo?
Quisiera iniciar con una cita de la Biblia para ejemplificar mi punto, en Éxodo 21: 2-1 leemos "Si compras siervo hebreo, seis años servirá, mas al séptimo saldrá libre, de balde. Si entró solo, solo saldrá; si tenía esposa, saldrá él y su esposa con él. Si su amo le ha dado esposa y ella le ha dado a luz hijos o hijas, la esposa y sus hijos serán de su amo, y él saldrá solo. Y si el siervo dice: Yo amo a mi señor, a mi esposa y a mis hijos, no saldré libre, entonces su amo e llevará ante los jueces, y le acercará a la puerta o al poste, y su amo le horadará la oreja con lezna, y será su siervo para siempre. Y cuando alguno venda a su hija como sierva, ella no saldrá como suelen salir los siervos. Si ella no agrada a su señor, que la había escogido para sí, permitirá que sea rescatada, y no la podrá vender a pueblo extraño por haberla tratado con engaño. Mas si la hubiere desposado con su hijo, hará con ella según la costumbre de las hijas. Si toma para sí otra esposa, no le disminuirá su alimento, ni su vestido, ni el deber conyugal".

Hay en este pasaje muchas cosas que llaman mi atención, Jehová dando leyes acerca de los esclavos, cómo liberarlos, e incluso qué hacer si se casaban o tenían hijos; me impacta las leyes sobre la esclavitud sexual a la que seguramente fueron sometidas estas mujeres -o niñas- en base a lo que decía la Ley. Me escandaliza pensar que un Dios justo haría algo así, sin embargo ahí está, tanto como está aún presente la esclavitud en el mundo, no hablo de una esclavitud figurada al pecado, a las adicciones, que en sí presentan un grave peligro, sino la simple esclavitud a la que se somete a miles de personas día con día. Y me refiero a este otro tipo de esclavitud porque estamos tan acostumbrados a leer y oír de la "esclavitud espiritual" que dejamos de lado que Cristo también vino a hablar sobre lo que ocurría en la sociedad judía, que vivía bajo este tipo de leyes, y por supuesto a terminar con ella.

Como éste, existen numerosos pasajes a lo largo de toda la Biblia, justificando el maltrato a los esclavos, el castigo por golpear a un esclavo con una vara... pero sólo si muere inmediatamente, ya que si vive un par de días después de los golpes, entonces está bien; consejos de Pablo a los esclavos en Éfeso para estar sujetos en obediencia a sus amos como a Cristo. Así mismo, una y otra vez el hombre ha dominado al hombre, con el permiso de Dios para hacerlo, e incluso en Su nombre.

Quiero enfocarme ahora en otro versículo, ahora en Gálatas 3:27-28 dice "Pues todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. Ya no hay judío, ni griego; no hay esclavo, ni libre; no hay varón, ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús". ¡Oh, qué gratas noticias trae en verdad el mensaje de Cristo! No hay diferencias, todos somos iguales ante Dios. 

A lo largo de la historia, el pueblo de raza negra ha sido violentado en su libertad, y en muchas ocasiones bajo la autoridad que daba la palabra de Dios. Pero ¿podemos culpar a aquellos que veían de verdad la voz de Dios en versículos como los anteriores? ¿Qué es lo que podemos hacer cuando encontramos conflictos así, entre la "autoridad divina" y nuestra propia conciencia? Es ahí cuando entra entonces Cristo.

Por medio de su ejemplo es que podemos visualizar un mundo mejor, realmente libre de la esclavitud -literal tanto como espiritual- y libre de los prejuicios, libre de discriminación, un mundo donde realmente exista igualdad: igualdad de género, igualdad de oportunidades, sin clases sociales, sin esclavos ni amos, una sociedad que viva de acuerdo al gran mandamiento, reiterado tres veces de manera perfecta: Amar a Dios sobre todas las cosas y amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. 

Es por medio de la Ley mayor del Amor que se resuelven los grandes conflictos de la humanidad, las guerras, los genocidios, los feminicidios, los crímenes de odio, pero también los grandes conflictos de nuestra propia humanidad, y me refiero a nuestros círculos de influencia: nuestras familias, nuestros hogares, nuestros barrios y nuestra comunidad. No olvidamos todo lo que dice la Ley, pero dejamos de lado todas las justificaciones para hacer menos a alguien, aún cuando la Palabra de Dios lo indique (o parezca indicarlo, después de todo, quienes escribieron la Biblia fueron hombres). Creo firmemente que a eso se refería el Señor cuando explicó que en Él se cumplía la ley y los profetas. 

Y hoy mas que en cualquier otro día deberíamos recordar esto, que Él murió por nuestros pecados, por nuestros errores, pero también que murió por nuestra libertad, libertad de la muerte y el pecado, pero libertad también en ésta vida, murió por nuestra libertad, por la igualdad y por la fraternidad. Pero más importante aún que esto, es saber que no sólo murió, sino que Él resucitó, que vivió de nuevo y que aún vive. Él vive para nosotros, para llevarnos siempre a un camino mejor, donde seamos por fin libres del pecado, de la muerte y también de la desigualdad, la esclavitud y el odio.



Concluimos Jesucristo Superestrella en el post anterior. En este video se muestra una serie de fotografías sobre el movimiento por los Derechos Civiles de los Afroamericanos, pero creo que la letra describe los sentimientos que intenté plasmar. Aquí la traducción:

Oh, libertad. Oh, libertad,
Oh, libertad sobre mí.
Y antes de ser un esclavo
seré enterrado en mi tumba
Y regresaré a casa con mi Señor y seré libre.
No más llanto, no más llanto,
no más llanto sobre mí.
Y antes de ser un esclavo
seré enterado en mi tumba
Y regresaré a casa con mi Señor y seré libre.

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