sábado, 10 de mayo de 2014

Día de la Madre: Cuenta regresiva - Parte 3

Parte 3. Maternidad responsable y por elección.
Desde mi punto de vista como médico, mormón y feminista.

Hoy en México celebramos el día de la Madre, y las campañas publicitarias dentro y fuera de la Iglesia generalizan y celebran el rol de la "madre responsable". ¿Pero qué implica ser una madre responsable? En poco tocaremos la respuesta a esta pregunta. A continuación daré un breve resumen de cómo surge esta fecha tan importante.

Nos podemos remontar a las celebraciones de primavera en la antigua Grecia, con fiestas en honor a Rea, la Madre de los Dioses, o a Roma que en un principio se limitó a copiar las costumbres griegas para posteriormente adaptarlas al cristianismo bajo Constantino, en su celebración a la Virgen María. Pero en fechas mas recientes -y hablamos de 1870, surge e Estados Unidos una declaración titulada "Proclama para el día de las madres" por la poetisa y activista (adivinaron, feminista) Julia Ward Howe. No, en esta ocasión no es mormona... pero su letra aún la cantamos en el Himno de Batalla de la República, pueden verificarlo en sus himnarios.

En fin, sufragista de convicción tardía, su lucha fue mas bien por el desarme y la cooperación internacional, leemos en la mencionada Proclama:
"¡Levántense, mujeres de hoy! ¡Levántense todas las que tienen corazones, sin importar que su bautismo haya sido de agua o lágrimas! Digan con firmeza: 'No permitiremos que los asuntos sean decididos por agencias irrelevantes. Nuestros maridos no regresarán a nosotras en busca de caricias y aplausos, apestando a matanzas. No se llevarán a nuestros hijos para que desaprendan todo lo que hemos podido enseñarles acerca de la caridad, la compasión y la paciencia'. Nosotras, mujeres de un país, tendremos demasiada compasión hacia aquellas de otro país, como para permitir que nuestros hijos sean entrenados para herir a los suyos. Desde el seno de una tierra devastada, una voz se alza con la nuestra y dice '¡Desarma! ¡Desarma!' La espada del asesinato no es la balanza de la justicia. La sangre no limpia el deshonor, ni la violencia es señal de posesión. En nombre de la maternidad y la humanidad, les pido solemnemente que sea designado un congreso general de mujeres, sin importar nacionalidad, y que se lleve a cabo en algún lugar que resulte conveniente, a la brevedad posible, para promover la alianza de diferentes nacionalidades, el arreglo amistoso de cuestiones internacionales."
Por tres años consecutivos se realizaron congresos en mayo para celebrar la proclamación e ideales de Julia Ward, sin embargo éstos fueron declinando con el paso del tiempo. Fueron su hija y su nieta, ambas llamadas Ana Jarvis, quienes por medio del continuo activismo consiguieron en 1914 que se denominara al segundo domingo de mayo, el día de la Madre, en honor a la lucha de su propia madre y abuela. Traicionadas por un gobierno patriarcal, la festividad se vio convertida en objeto del capitalismo y la celebración de la madre como mujer sumisa, sacrificada en los altares del hogar, pero en el pedestal de la familia. 

En México, como sociedad modelo del heteropatriarcado, el día de la Madre surge -irónicamente- en respuesta a los movimientos feministas de la época. Impulsados por el Primer Congreso Feminista en Mérida, Felipe Carrillo Puerto, gobernador de Yucatán y su hermana Elvia Carrillo Puerto empezaron una campaña que apoyaba la maternidad como opción, no como obligación, fomentando el uso de métodos anticonceptivos. El gobierno mexicano no podía permitir tales cosas, por lo que el Secretario de Educación José Vasconcelos, a través del Excélsior y más concretamente su director, el periodista Rafael Alducín, inició una campaña publicitaria para festejar el 10 de mayo como día de la Madre, desde 1922.

Luego del breviario histórico, volveré a mi pregunta inicial. Desde que tengo memoria, el día de la madre lo he visto como un día para celebrar el rol de la madre ejemplar, desde las canciones que cantamos en los festivales del kinder. Pero ahí mismo existen los dos ideales encontrados: la madre a la que el hijo que quiere "robar tus años" y ser "tierno ladrón" hasta aquella madre que lucha "con uñas y dientes, valiente en [su] casa y en cualquier lugar". 

La madre celebrada por los festivales es la madre que se queda en casa, la madre sumisa y abnegada, entregada enteramente a su esposo e hijos... ¡de los años cincuentas! Para la mayor parte de la sociedad eso es lo que implica ser una "madre responsable". Pero si lo vemos como lo imaginaban nuestras primeras madres feministas, es una burla y un insulto a lo que ellas visualizaban. Una maternidad elegida, planeada, disfrutada y sin estereotipos.

La madre soltera, que trabaja y educa a sus hijos.

La madre divorciada, que lucha por salir adelante con su familia.

La madre adoptiva, que no se limita por la biología.

La madre lesbiana, que sin derechos vive por amor sus obligaciones.

La madre violada, que por amor decide abortar.

La madre viuda, aquella que perdió a sus hijos.

La madre por elección, no por imposición.

La madre por planificación, que se informa por su salud y la de sus hijos.

La madre que da en adopción, porque piensa en la mejor oportunidad.

La madre con hijos diferentes, que aprende lo que es el verdadero amor.

La madre licenciada, que no trabaja por elección propia.

La madre tradicional, que entiende a todas las demás madres.

La madre sola, la madre que sufre violencia, la madre que llora, la madre que trabaja, la madre que es madre porque es mujer libre, y no la mujer que es mujer sólo por ser madre. Porque poner la maternidad idealizada en un pedestal es dejar a todas las demás madres en un nivel inferior, casi invisible. Es limitar el potencial de la mujer a su capacidad reproductiva. Para mí la madre responsable es aquella que entrega todo de sí sin negarse a sí misma, que además de ser madre, no deja de ser ella.

Feliz día de las Madres. A todas.

Más referencias








miércoles, 7 de mayo de 2014

Día de la Madre: Cuenta regresiva - Parte 2

Parte 2. La mujer en el trabajo y en la lucha.
Desde mi punto de vista como médico, como mormón y feminista.


Estamos al rededor de 1870, en Utah. Martha M. Hughes era una joven de apenas 14 años, no obstante daba clases, estudiaba química en la Universidad Deseret y además trabajaba como tipógrafo en el Women's Exponent, periódico publicado para las mujeres Santos de los Últimos Días y editado por Emmeline B. Wells, otra gran mujer de quien hablaré en otra ocasión. Era la época de la poligamia y Brigham Young, los mormones tenían a penas un par de años viviendo sin que el gobierno estadounidense les molestara. La Iglesia crecía.

Martha decidió estudiar medicina, así es que terminó sus estudios en química y fue a la Universidad de Michigan a cumplir con su nueva meta, hito que lograría hasta 1881, e incluso yendo un poco mas allá con una licenciatura en farmacología por la Universidad de Pensilvania tan sólo un año después, así como un diplomado en oratoria y elocuencia. Concluyó sus estudios y permaneció ejerciendo la medicina en Michigan por un tiempo.

Al volver a Utah, en 1884 se casó con Angus M. Cannon, superintendente del recién creado Hospital Deseret, donde comenzó a trabajar. Se convirtió en la cuarta de las seis esposas plurales del hermano Cannon. Vivió dos años en el exilio, desde 1886 hasta 1888, en Inglaterra y Suiza, para huir de las acusaciones hechas por el gobierno contra la poligamia. Cuando por fin pudo regresar, se dedicó nuevamente a la medicina y a dar clases de enfermería en el mismo hospital.


El voto de la mujer era legal en Utah desde 1870 en Estados Unidos, sin embargo, por causa de la poligamia, un acta federal se los prohibió desde 1887. Martha fue, junto con otras hermanas miembros de la Sociedad de Socorro, parte importante del movimiento sufragista en Utah, hasta que tras años de lucha consiguieron el voto en 1896, año en el que ella misma se postuló como candidata demócrata para senadora de estado, compitiendo contra su esposo, quien estaba como candidato republicano para el mismo puesto. 

Como resultado de la votación, Martha resultó electa la primera senadora estatal del país, ocupando el cargo por dos períodos consecutivos, durante los cuales su mayor impacto fue a favor de las legislaturas a favor de la educación y el trabajo para las mujeres, estableció una junta estatal de salud y promovió la educación para sordos y discapacitados. Durante su segundo período tuvo a su tercer hijo. Al fallecer su esposo en 1915, fue a vivir a California, donde siguió ejerciendo la medicina en la Clínica Graves. 
...

Esta es la historia de una médica, mormona y feminista. Me suena muy familiar, pero me sorprende cómo a lo largo de los primeros años de la iglesia, éstas tres identidades estaban altamente relacionadas, y me sorprende más que fueran tres roles perfectamente aceptados en la sociedad y cultura mormona. Me hace preguntarme si los conocidos roles de género son realmente tan divinos como a veces llegamos a creer. 

Lo que me ha hecho empatizar con estas historias, es el hecho de que la decisión de ser médica, de ser senadora, mormona, esposa plural y madre, fueron elecciones hechas por las mujeres libres y en virtud al albedrío con que habían sido investidas. Esa libertad que brinda el conocimiento, tanto espiritual como secular, es lo que marcó la diferencia. Mujeres fuertes que sabían que su papel no estaba marcado ni impuesto y que podían llegar a ser todo lo que se propusieran.

Una libertad que se ha ido perdiendo a través de la historia -y de los programas de correlación del sacerdocio, cuando todo pasó a manos del patriarcado, hasta la autonomía de la Sociedad de Socorro y la autoridad femenina de ungir y bendecir, por allá de 1970 y tantos. Pero una libertad latente en el corazón de muchas mujeres hoy en día, valientes, fuertes, que día tras día van tomando mayor presencia en cada ámbito laboral imaginable. No estoy en contra de la mujer que se queda en el hogar, siempre y cuando sea así por su propia voluntad y decisión. Tampoco critico a la mujer que estudia y que trabaja, siempre que sea su voluntad y decisión. 

Creo que el secreto está en encontrar el equilibrio entre la educación, la vida familiar y el trabajo, tomando una decisión y estando consciente que no debe ser universal y que lo que funcionó para Martha funcionará para mí. No todos podemos ser médicos y diputados en la misma vida, ni se espera que lo seamos. Lo que se espera de nosotros no importa. Importa lo que nosotros esperamos de nosotros mismos. Y ahí radica la importancia de elegir por vocación, por convicción y no por imposición. La mejor decisión será la que  tomes, porque la habrás tomado.

"De alguna manera sé que la mujer que se queda en casa todo el tiempo tiene el hogar mas desagradable que existe. Usted déme a una mujer que piense en algo más que en cocinas y lavadoras y franelas para bebé, y yo les mostraré con toda seguridad, una madre exitosa" 
Dra. Martha Mary Hughes Cannon 
El movimiento sufragista en Estados Unidos está plasmado de una jocosa manera en la canción "Socia Sufragista" de la película Marry Poppinshttp://youtu.be/Y4L3y8YJUuw. Pero en México fue diferente: aquí empezamos tarde, pero vamos a buen paso. No contamos con historias tan detalladas como la de Martha, pero espero poder escribir algo mas profundo sobre la historia de este movimiento en mi país.

La historia de la revolución mexicana nos deja con una Constitución en 1917, que no incluía a la mujer en el voto porque "las mujeres no sienten la necesidad de participar en los asuntos públicos, como lo demuestra la falta de todo movimiento colectivo en este sentido". Pero me pregunto si realmente esta apatía sería genuina o si estaría condicionada por el machismo que ha permeado a nuestra sociedad desde hace tanto tiempo. En 1923 Yucatán se convirtió en el estado más progresista en este aspecto, al resultar electas tres senadoras y una regidora para el ayuntamiento de Mérida, que sin embargo fueron obligadas a dejar el puesto tras el asesinato del gobernador. Pasaron 14 años para que el presidente Lázaro Cárdenas propusiera una reforma a la ley que permitiría el voto a la mujer, y 10 años más para que entrara oficialmente en vigor en 1947 y se concediera el sufragio femenino... para las elecciones municipales. Finalmente pasaron 8 años para que se aprobara la modificación total de la Constitución, que autorizó a la mujer a ejercer su voto e la primera elección universal el 3 de julio de 1955.

La mujer se ha visto privada en muchas culturas de sus derechos más básicos: el derecho a la vida, a la salud (incluyendo la salud reproductiva, de la que hablaremos en la tercera parte de esta publicación), a la educación, al trabajo, a la igualdad de oportunidades, a elegir con quién unirse en matrimonio, a la justicia... la lista es interminable. Pero la mujer, con la fortaleza que la caracteriza, ha sabido salir adelante y lo seguirá haciendo, sin importar todos los obstáculos que se le pongan, así sea una cadena en el tobillo o una venda en los ojos.

Más recursos en inglés:

lunes, 5 de mayo de 2014

Día de la Madre: Cuenta regresiva - parte 1

Dicen que "mujeres juntas, ni difuntas". Pero creo que se ha tratado muy mal a esa secreta hermandad cuyo lema es "entre viejas nos podremos destrozar, pero jamás nos haremos daño". Y es cierto. La complicidad que une a las mujeres es de una fuerza intangible, casi mágica, y le da la fortaleza al sexo "débil" de lograr grandes cosas. Nos encontramos a 5 días de festejar el día de la madre, por lo que quiero dedicar esta nueva serie de publicaciones a este místico vínculo que une a las mujeres más allá de la hermandad, más allá de la maternidad, esa fuerza que emana de la unión y la empatía.


Parte 1. La mujer-partera-sacerdotisa.
Desde mi punto de vista como médico, como mormón y como feminista.

El papel de la mujer dentro de la sala del parto ha sido milenaria, ese lugar sagrado de dolor, sufrimiento y de nueva vida. Antes del advenimiento de la ciencia médica, la era de la asepsia y los antibióticos, antes incluso del lavado de manos, la matrona (o partera) de las comunidades era la única encargada de atender todas y cada una de las urgencias obstétricas del pueblo, desde la concepción hasta el alumbramiento. Y era un conocimiento místico, de tradición y transmisión oral. Eran respetadas. Basta preguntar en una comunidad a los mayores de 50 o 60 años "¿Usted en dónde nació?", "En la casa" será la respuesta mas frecuente. "Y todos salían bien" se arriesgan a decir algunos. 

En mi postura de médico general, no puedo decir que esto sea debido a la buena práctica, o a lineamientos internacionales, mas bien que las parteras tradicionales no reportan sus muertes maternas con tanto ahínco como nosotros. Pero no demerito su trabajo, pues han hecho a lo largo de la historia una gran labor. Mucho de lo que sabemos actualmente de la obstetricia deriva de aquel conocimiento milenario accesible únicamente a las mujeres que se iniciaban como parteras. A ellas agradezco el hermoso sentimiento de recibir un bebé, pero más aún el de conocer a la nueva madre, explicarle cómo nacerá su bebé, qué cambios experimentará su cuerpo, qué sentirá y lo que debe hacer, a ellas se debe también el conocimiento de la técnica, el famoso y mentado mecanismo y trabajo de parto.

A lo largo de mi formación he encontrado lo que ahora se conoce como violencia obstétrica, y es que una gran parte del personal médico y de enfermería, los que la OMS recomienda como "calificados" para disminuir la muerte materna, incurrimos en el error de deshumanizar el parto (y no es este un artículo para criticar o defender a mis colegas). Insultos, burlas, regaños, ayunos prolongados innecesarios, exploración repetitiva de las pacientes, prácticas médicas que se vuelven rutinas, cesáreas innecesáreas generan un ambiente de pánico en las salas de expulsión y en las unidades tocoquirúrgicas. Nos olvidamos que la paciente a quien observamos tendida en la cama o en la mesa quirúrgica es un ser humano, y en efecto, una MADRE. Aquél ser que tan deificado se encuentra en nuestra cultura mexicana. Una "Santísima Madrecita". 

Siempre pensé que debía haber otra manera menos traumática para la madre. Y entonces resurgió la partera hace unas décadas. La partera, la enfermera obstetra como ayudadora, como facilitadora. La educación prenatal, la humanización del parto, y las clínicas especializadas para ello. Un rayo de luz. El empoderamiento de la mujer para sobrellevar uno de los momentos más importantes de su vida, el parto, dar a luz, dar vida. Una manera de reintegrar el místico papel de la matrona bajo las alas del método científico, y todo en aras de la vida, de la calidad de vida y de la calidad del parto. 

Paso ahora a mi opinión como mormón. ¿Qué tiene que ver con el tema? Mucho. Bajo el dogma que el equivalente al Sacerdocio es la Maternidad, esa capacidad de dar y crear vida, se ha segregado a la mujer a un papel secundario dentro de la participación eclesiástica, como un papel cuasi deificado de cuidar y nutrir a los hijos. Pero yo no lo veo así. Y la Iglesia no siempre lo vio así. La maternidad tiene su igual en la paternidad y el sacerdocio del hombre en el sacerdocio de la mujer. Así de simple. 

Contamos con gran cantidad de testimonios escritos en las minutas de la Sociedad de Socorro, por allá del siglo XIX, que relatan cómo las mujeres fueron un pilar central en el desarrollo de la obstetricia en la temprana Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos días. Todo inició con las mismas parteras de quienes hablamos. Pero bajo la luz de la revelación, el profeta José Smith las llamó, ungió y apartó bajo la imposición de manos en tal oficio; lavaban y ungían a las mujeres antes del trabajo de parto, con las mismas bendiciones que recibían durante las ceremonias del Templo. Bendecían por la imposición de manos a aquellas mujeres que tenían dificultades de salud durante y después del embarazo, así como a los niños.

Durante la presidencia de Brigham Young, se pidió que 3 hermanas de cada hogar se capacitaran en escuelas como parteras y enfermeras. Está el caso de la hermana Patty Bartlett Sessions, esposa plural de José Smith, quien adquirió tales conocimientos y de quien se escribe ayudó en 3977 partos, con sólo 2 complicaciones y ninguna muerte. Se sabe que también durante esa época, el profeta solicitó a varias hermanas bajo espíritu de revelación que estudiaran medicina, de modo que al regresar a Utah, fueron ellas las que dirigieron las acciones de salud, las escuelas y capacitación a mas mujeres para servir dentro del sagrado privilegio de asistir en la maternidad. Todos estas capacitaciones eran subsidiadas con fondos de las mismas hermanas, a través de la Sociedad de Socorro, en ese entonces de administración autónoma.

De Zina D. Huntigton Young, esposa plural de Brigham Young y enfermera obstetra se dijo: "En la sala ella era un ángel ministrante, teniendo siempre alguna sugerencia que sería de alivio y reposo; era una enfermera natural e inevitablemente inspiraba confianza. Su capacidad más fuerte yacía en ministrar a los enfermos... Ninguna otra mujer sabía mejor que ella qué hacer cuando la muerte llegaba a algún hogar... Incontables instancias pueden citarse de sus ministraciones entre los enfermos, cuando parecía estar inspirada por un poder superior al propio." (Emmeline B. Wells "Zina D. H. Young" Improvement Era, 1902). 

Como feminista lo único que puedo agregar es ¿por qué se abandonaron éstas prácticas? Prácticas en las que se daba el poder de dirigir, "oficiar" durante un parto a la mujer, y donde la maternidad era vista como un vínculo real y sagrado entre la "oficiante" y la propia madre, conciente, capaz y empoderada de su propio parto. Una real Sociedad de Socorro, reino de sacerdotes, una hermandad de mujeres fuertes, capaces, inteligentes, madres, doctoras, enfermeras, sacerdotisas, parteras, unidas por ese vínculo del amor puro de Cristo, la empatía, la fraternidad y esa complicidad furtiva que las caracteriza.


Esta figura de la mujer como partera-sacerdotisa es un rol que debe rescatarse, ícono sociocultural del que ni los doctores ni los mormones, dos mundos fundamentalmente patriarcales y hasta machistas, renuentes a la inclusión de la mujer, podemos escapar. Bastión de conocimiento y técnica que nos ayudará a cumplir esa meta del milenio puesta por la OMS para el próximo año de erradicar la muerte materna. No como antagonista del médico, sino como su colega. No como apéndice del hombre, sino como su igual. Y no sólo como madre, hermana, hija, partera, sacerdotisa, antes bien sólo mujer.



"5 de mayo - Día Internacional de la Partera"

Si te interesa leer mas del tema, dejo estos recursos en inglés: